jueves, 21 de julio de 2016

Por el futuro de nuestro pueblo.


Harris Castillo.-Toda actividad humana aparece difícil, a la luz de la ignorancia que podamos tener sobre la misma. A pesar de las pocas limitaciones físicas de la casi totalidad de los seres humanos, nos seguimos maravillando por eventos o acciones de otros miembros de la especie, en el entendido de que nuestra falta de algunos dones o talentos nos hacen incapaces de igualar dichas acciones. Y vemos como sobrenatural que un individuo con ciertas limitaciones físicas, pueda llevar a cabo acciones difíciles para quienes no las tienen.

Sin pretender entrar en el campo de la sicología, nuestra ignorancia sobre las capacidades físicas propias y la poca exploración y ejercicio a nuestro entramado de circuitos cerebrales, nos impiden ejecutar acciones extraordinarias. Peor aún, nos impiden ver como normal lo que somos incapaces de hacer.

El ser humano obedece a una especie de Sanción Social que, según Robert Cialdini, nos convierte en autómatas seguidores de las acciones o creencias dominantes en nuestro entorno. Eso explica en parte, por qué la pobreza reproduce pobreza y la riqueza reproduce riqueza.

Será entonces que existe una sicología colectiva que reproduce lo que ya existe? Las evidencias son contundentes. Nuestros pueblos siguen siendo tan pobres o más, de lo que fueron cincuenta años atrás.
Claro que la pobreza medida con los parámetros “científicos” de los organismos que trabajan el tema, no refleja los aspectos sicológicos que dan forma a la cotidianidad del individuo.

Medido en acceso a servicios básicos, esperanza de vida al nacer como consecuencia de la mayor disponibilidad de dichos servicios y un ingreso que para ciertas regiones del planeta es un lujo mientras para otras resulta risible, la pobreza aparece como un asunto meramente material. Es posible que dicho enfoque sea responsable en gran medida, de la reproducción de una pobreza extrema, tanto en lo material, pero peor aun en el aspecto de la satisfacción personal.

De acuerdo a esta sicología social o colectiva, seguiremos siendo pobres en cien años, tanto o más de lo que somos hoy. Sin embargo ella misma nos ofrece una salida, que nos permitiría revertir esa abominable sentencia.

Todo pueblo cuenta con líderes naturales, personas que han trascendido y que por tanto juegan un papel determinante en la formación de la sicología del conglomerado, tanto como símbolos del logro material, y como referentes por su apego a principios éticos y morales heredados y en escasa medida aprendidos.
La incapacidad de dichos líderes en actuar de manera conjunta, no solo para alcanzar metas materiales, si no y más importante, para moldear una sicología social con más sentido de pertenencia a un conglomerado y por vía de consecuencia más satisfacción personal, ha marcado entre otras razones, el camino que transitamos hoy.

Si queremos revertir el proceso degenerativo en el aspecto social, debemos exigir la integración unánime de nuestros líderes (Profesionales, religiosos, comunitarios, empresariales, políticos, deportivos y gremiales), con el objetivo de diseñar el modelo de sociedad a la que aspiramos en los próximos veinte años. Lo material se lo exigimos a los gobiernos.


Y como las ideas, propuestas o sugerencias, cuando se dejan al aire con él se marchan, considerando como relevante para nuestro futuro lo antes expuesto y sin consulta previa, sugiero que el primer paso en este sentido sea responsabilidad de dos Ocoeños ilustres, entre los tantos con que contamos,  que han mostrado compromiso y que gozan del reconocimiento de toda la sociedad: Milciades Mejía y Félix Juan Mancebo.  Por el futuro de Ocoa, se animan?