domingo, 6 de diciembre de 2009

VISITA EX CÓNSUL DOMINICANO EN HAITÍ Un Fracaso Para la Comunidad Ocoeña en EE. UU.



Los resultados de la reciente visita a la comunidad ocoeña residente en los estados de Nueva York y Nueva Jersey, por parte del ex cónsul dominicano en la republica de Haití, Sr. Carlos Castillo, puede considerarse un fracaso para el aspirante a la senaduría de la mas joven de las provincias del país, pero lo es más para la comunidad en sí misma.

La acogida, no ha sido ni por asomo, la que acostumbran a dar los ocoeños de la diáspora a sus visitantes distinguidos, siempre calurosa y entusiasta, sin importar siquiera su bandería política o estatus, pero si el trabajo social.

Las razones pueden ser varias, primero el hecho de que la estructura del partido de la liberación dominicana en estos estados no fue debidamente involucrada, lo que hubiera garantizado por lo menos una buena asistencia a las distintas actividades, segundo, que la convocatoria llevada a cabo desde la república dominicana fue hecha por personas con muy poca o ninguna incidencia, además de poca credibilidad en la comunidad ocoeña de aquí.

Otras razones pudieran señalarse, como el hecho de que el mismo aspirante, poco conocido por los ocoeños de su provincia, es totalmente desconocido para los que están fuera, pero no es el fracaso en términos de sus aspiraciones lo que nos ocupa, si no el fracaso para nuestra comunidad residente en los estados antes mencionados.

Desde la llegada de los primeros ocoeños a este país, se han realizado varios esfuerzos por consolidar una organización que beneficie a los hijos del maniel, tanto de allá como de aquí. Muchos han sido los intentos y puede decirse que hasta algunos logros se han alcanzado. El objetivo, sin embargo no ha sido logrado.

Los grupos comunitarios están muy dispersos y hoy existen organizaciones como los ocoeños de Queens, los del Bronx, los de Paterson, los Unidos, Haz a un Niño Sonreír, y hasta algunas islas individuales. Esto pudiera ser bueno si fuera el resultado de nuclearse por la región en que se reside, pero resulta que esta dispersión es el producto de las diferencias entre dirigentes que, desconociendo la vida democrática de las instituciones, deciden formar la suya, donde sean dueños del destino de la misma.

La asociación de ocoeños de Qeens, aunque trabajando aislada, es de las pocas que tiene un programa anual de trabajo, muy tímido por cierto, con una muy buena imagen de solidez estructural por la constancia de sus directivos. Su trayectoria de más de veinte años, no es fortuita. La visita del Sr. Carlos Castillo, le ha dejado en entredicho.

Como organización han dejado el sabor amargo de la política en su ultima gran gala, no importa los argumentos de defensa, para muchos, dentro de los que me incluyo, fue desatinado ese elemento por la coyuntura proselitista, por los anuncios en la radio local del apoyo de grupos comunitarios y por el anuncio en la radio ocoeña de que los presentes quedaron incluidos en la conformación de un frente de apoyo a esas aspiraciones. Deteriorar la imagen de la asociación de ocoeños de Queens es una gran perdida para el ya diezmado liderazgo comunitario local.

Esa gran perdida, junto a los resentimientos que ha provocado entre miembros de nuestra comunidad, la perversa y vieja práctica de invitar a una actividad con el argumento de que se trata de un simple encuentro, para luego destaparse con que es en apoyo a un candidato, constituyen un fracaso para la unidad de nuestra comunidad.

Una vez mas nos vemos afectados por dejar que el hedor de la política, en el modo en que la practican la mayoría de nuestros políticos, permee estamentos que debieran mantenerse como espacios no contaminados, donde cada miembro del conglomerado, sin importar sus simpatías política o credos religiosos, tenga como único e irrenunciable objetivo, el trabajo en beneficio de su comunidad.