Harris Castillo.-En días pasados recibí la grata noticia de
que respondías a uno mis comentarios
sobre un comentario tuyo anterior. Grato porque para nosotros los que sin vivir
en el pasado, valoramos los elementos que marcaron diferencias, las epístolas representan
un vehículo invaluable para establecer una intima comunicación de opiniones y
ahora con la tecnología, masificarla.
Imagino los días y la logística que
debieron utilizar los Corintios o los Tesalonicenses o los Gálatas o los
Romanos o a los habitantes de Filipo, para dar a conocer las enseñanzas que con
este mecanismo le transmitía Saulo de Tarso. Yo por personalizada, me quedo con
tu respuesta como si fuera la de Pablo a Filemón.
Me ilusiona la idea de este intercambio,
por esa debilidad de querer emular a los grandes y sin querer vivir lo que
Napoleon o Sigmund Freud, por solo pensar en algunos intercambios epistolares
famosos, imagino los años por venir, si llegan conmigo presente, en un gazebo
de cana bebiéndonos en un Porto estos recuerdos.
Me dices en tu respuesta, que
independientemente del número de votos o del resultado que alcance Pedro Alegría
en el proceso electoral que se avecina, ya es un perdedor y justificas tus
razonamientos.
Te cuento que en mi humilde opinión no es
Pedro Alegría quien pierde. Pierde Ocoa.
Pedro Alegría, ganando gana y perdiendo también
gana. Claro que como no existe nada exacto según la filosofía, ni nada perfecto
mas allá de la lógica, para ganar cosas hay que renunciar a otras.
El ego personal del senador histórico quedó
herido en la contienda pasada, sin razón porque su papel fue extraordinario y debió
sentirse orgulloso, y era lógico esperar la revancha.
Si Pedro gana, su ego le hará sentir
realizado, amado, venerado, reivindicado. Ocoa le ha devuelto todo eso después de
la derrota pero su ego no se ha dado cuenta y necesita la batalla por que solo
en ella encuentra sosiego, despeja las dudas.
Más útil no le hará sentir, puesto que
Pedro es útil a Ocoa desde cualquier espacio y lo demuestra en casi toda acción.
En el plano político Ocoa tendrá un senador.
Con más o menos realizaciones, con una hoja de servicios, que no va a lucrarse
a la posición y que con su presencia prestigia el hemiciclo Un senador. Por que como ni siquiera sabernos los
que es un organigrama, menos podríamos conocer un manual de funciones, por eso
queremos que el presidente de la república evite que un sargento de una galleta,
o que castigue a los que se robaron la gallina para el locrio clandestino.
Si Pedro pierde, habrá perdido unos
millones que no necesita, una pequeña parte de su imagen de víctima del poder
avasallador, pero su ego encontrará confort en el seno familiar, en el aprecio
de sus amigos, en las manifestaciones de afecto que hoy no le faltan y por qué
no, en las maravillas del planeta que están a su alcance.
Ocoa si perdió, amigo Asdrovel. Una pérdida
cuantiosa e irrecuperable en el corto plazo.
Ha perdido la fe en lideres barriales que
hoy no saben a quién seguir y en la confusión se decantan por no quedar
desamparados o con las manos vacías. Ha perdido la sujeción a la
institucionalidad y está permitido acostarse en una cama y amanecer en otra. Ha
perdido la proyección nacional y la
oportunidad de sembrar en la burocracia de primer nivel a un líder que desvió el
rumbo.
Ocoa pierde la oportunidad de unificarse
como familia con un solo propósito, la oportunidad de fortalecer las
instituciones políticas y comunales. Hemos debilitado la lealtad y reducido la
virtud de la amistad a un trámite de conveniencia.
Sobre todo Cuquito, y es lo que más me
desvela, Ocoa ha perdido la confianza entre su gente. Unos a otros. Fruto de
ver en el vecindario, en el campo, en los medios, en los grupos, la compraventa
de apoyos.
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