martes, 5 de abril de 2016

A propósito de los tránsfugas.


Por Harris Castillo.-
¿Cómo puede avanzar una sociedad donde la opinión de su gente no sea tomada en cuenta?  Los sistemas políticos más avanzados, descansan sobre sus ciudadanos la toma de las decisiones importantes, tomando en cuenta que los representantes elegidos por ellos, en muchas ocasiones actúan por criterio propio y no por el interés de sus representados.

Aparece la figura del referéndum en las constituciones occidentales a mediados del siglo pasado, sin embargo ya para 1919, se tiene conocimiento de esta forma de participación directa de los ciudadanos en Sur América.  Al Caribe llega a inicio de los noventa, luego del experimento Colombiano.
El plebiscito, también dota al ciudadano común, de otra herramienta de participación directa que fortalece su compromiso con el futuro de su nación.

En sistemas como el norteamericano, los ciudadanos tienen una importante carga de responsabilidad en el éxito o fracaso de sus políticas públicas. Son electos los funcionarios del nivel básico del sistema educativo, quienes tienen entre sus funciones la de administrar miles de millones de dólares de manera eficiente y sin percibir salarios en la mayoría de los casos. Son electos los jueces de primera instancia en la mayor parte del territorio. Son electos los jefes de policía (Sheriffs) provincial (Condados). Son electos los Gobernadores Estatales, no solo senadores y asambleístas (Diputados).

Lo más importante de estas figuras de participación del ciudadano en la marcha presente y futura de su nación, es la capacidad de elegir sin ataduras partidarias. A eso debemos aspirar en nuestro país.
El supuesto voto preferencial dominicano, no pasa de ser una ilusión vendida por nuestros partidos como un avance real de nuestra democracia.
El ciudadano dominicano no puede elegir ni sus regidores, ni su alcalde, ni sus diputados, ni sus senadores, de manera individual.  Todos están vinculados entre sí. El voto por un regidor está vinculado al alcalde del partido del regidor y el voto por un alcalde sirve a la nomina de regidores de su organización política; lo mismo el voto por el diputado arrastra al senador y viceversa. No existe el voto preferencial. Ha de llegar el momento en que podamos elegir los regidores uno por uno, los diputados uno por uno, sin importar al partido que represente, pero eso parece no convenir a nuestro atrasado sistema de partidos.

Hasta alcanzar ese nivel de participación directa de nuestros ciudadanos, debemos observar las reglas existentes, porque la ruptura de esas reglas afecta negativamente todo el sistema de valores de la sociedad misma. Nuestra democracia peligra si las instituciones que la soportan son débiles y en ella los partidos políticos son determinantes, hasta fortalecer otras instancias institucionales que garanticen la subsistencia de este sistema de gobierno.

He defendido, defiendo y defenderé el derecho de cada quien a apoyar a quien prefiera e invito a ejercer ese derecho sin temores, porque ello representa un estado de acción consiente, desprovisto de las ataduras que nos impiden avanzar, entendiendo con ello que no medie la compraventa, la presión, el chantaje y mucho menos el interés personal sobre el colectivo.

Los dirigentes de formaciones políticas que abandonan las mismas por tornarse incompatibles con los principios que ellos profesan, realizan un acto de patriotismo a emular.

Los dirigentes que dentro de sus formaciones políticas defienden su interés personal, corroen los valores morales de toda la sociedad, pues desconociendo el valor del interés mayoritario de su organización, incitan al ciudadano a desconocer el interés de la sociedad y defender el propio, y de manera sutil, restan importancia a los valores unidad familiar.


Más perjudicial  a lo señalado en el párrafo anterior para el destino de una sociedad, está el dirigente que desde su organización política y defendiendo su interés personal, contraviene los intereses del colectivo y sirve de obstáculo a las metas de este. Sus acciones generan recelo y desconfianza colectiva, pues si la credibilidad de los líderes se anula, la credibilidad de la sociedad desaparece, llevándose de paro la posibilidad de emprender acciones conjuntas en busca de soluciones comunes. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.