Harris Castillo.-Durante el presente proceso electoral, el
senador de la provincia de San José de Ocoa, Carlos Castillo ha mal aprovechado
las distintas coyunturas puestas a sus pies, garantía de una victoria
indiscutible en el proceso venidero. Solo se estuviera discutiendo el
porcentaje.
Castillo no es culpable de que Medina
quisiera reelegirse y que estas aspiraciones del presidente le abrieran las
puertas a un segundo mandato de un solo plumazo, como tampoco es culpable de
que Félix Estrella no pudiera ir a una convención por esa posición. Hasta ahí
todo es entendible.
Los errores.
El primer error de Carlos Castillo en este
proceso, siempre desde mi punto de vista, radica en no hacer mayores esfuerzos
para atraer a Félix Estrella a su causa, teniendo luego que neutralizarlo desde
palacio, cuando probablemente pudo sumarlo a su causa sin grandes sacrificios.
El segundo error ha consistido en el pobre
manejo de sus ventajas con relación al compromiso del presidente con su
candidatura, por su decisivo apoyo a la reelección en el senado. Su falta de
agresividad en la comunicación del mensaje, generó confusión en cuanto a quien era
el candidato de Danilo.
Esa misma debilidad comunicacional y de
marketing, le ha impedido llevar el debate a lo sustancial de la campaña, “función,
propuestas, gestión, resultados”, dejando que se diluya en aspectos personales
de los candidatos o sus auspiciadores, donde claramente no lleva ventaja.
Entre los errores sustanciales debe citarse
también, la falta de un equipo de inteligencia en campo, cuarto de guerra y
doble agentes. Luce infiltrado su
comando de campaña, porque solo eso justifica que sus contrarios estén siempre
un paso adelante, con una permanente fábrica de rumores que genera confusión y
que le ha exigido la inversión del tiempo de suma y aglutinamiento en producir
reacciones de defensa.
En los últimos días vemos al campamento de
Carlos Castillo, cometiendo dos errores sin justificación en un político con
suficiente vuelo: muchas actividades con uno de los candidatos a diputado y la sobreexposición
de uno de sus familiares. Ninguna de las dos acciones le es favorable.
La escogencia de Abrahán Martínez, como
compañero de fórmula de Francis Mancebo, no pudo ser mejor. Dos candidatos
fuertes, con arraigo y fortalezas en las dos tendencias dominantes del PLD, son
garantía de gran caudal de votos. Tras la renuncia a la candidatura a diputado
de Bienvenido Santana, uno de los mejores armadores con que cuenta el PLD en
Ocoa, se imponía la inclusión de otro miembro del Danilismo y Abrahán no es
segundo de nadie en ese equipo.
Martínez no es solo fuerte en esa corriente
del partido morado en la provincia de la hospitalidad y el higo, es además
amigo del presidente, conoce toda la estructura partidaria y tiene dominio del
juego sucio que se juega en los procesos electorales.
Carlos Castillo ha hecho acopio del
“derecho” que le da haber apoyado las aspiraciones del presidente Medina, para
las aspiraciones propias. Ese mismo “derecho” tiene el actual diputado Francis
Mancebo y lo menos que puede hacer Castillo, es reconocer el mérito y la legitimidad
de las aspiraciones de Francis, además del apoyo que han significado sus
fuerzas internas para sostenerle cuando el enemigo le cercaba.
La prudencia aconseja neutralidad. Si
Castillo está asistiendo a actividades de Abrahán por invitación, entonces debe
exigirle a Mancebo que produzca actividades a las que el senador asista y que
el mensaje llegue claro a los candidatos y a la base de la imparcialidad de su
candidatura, pero además, su comando debe producir escenarios donde converjan
los dos aspirantes en igualdad de condiciones.
José Antonio Castillo, hermano del senador
Carlos Castillo, fue gobernador provincial en los primeros meses de la gestión
de Leonel Fernández. Para los peledeístas este nombramiento llegó por gestión
del senador, pues José Antonio no tenía entonces, ni ha cultivado después,
trayectoria política dentro de la organización de Bosch en la provincia.
Su activa participación en las actividades
cotidianas del proselitismo peledeísta por sus candidatos, legítima y que
debiera recibirse con regocijo, pudiera despertar recelos y malos entendidos en
dirigentes del PLD que pudieran tener aspiraciones a esa posición en caso de
que el incumbente salga electo en las elecciones próximas.
Si el mensaje que se quiere enviar es el de
la solidaridad familiar y que por vía de esta llegasen recursos importantes y
“necesarios”, sin constituir una amenaza a las aspiraciones de la dirigencia
partidaria, debe establecerse sin lugar a dudas ya que la suma de los votos que
pudiera generar la participación electoral de José Antonio, es menor frente a
la pérdida de votos que puede producir la falta de entusiasmo de algunos
dirigentes, el manejo del tema que pueden hacer los contrarios disidentes, los
contrarios lógicos y los fabricantes de rumores.
Por lo menos a lo interno del partido,
Carlos Castillo debe garantizar reconocimiento a los méritos de una militancia
que se aglutina en favor de su causa, sin regatearle los espacios que
legítimamente merecen. Las imposiciones siempre son odiosas.
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