domingo, 21 de marzo de 2010

POLÍTICA SOBRE LA BASE DE LA MENTIRA. (1)

En nuestro país se dice que todos los políticos son mentirosos. Es casi una cualidad, un don, una virtud.

Lo que diferencia a un político de otro es la forma en que mienten y su capacidad de convencimiento.

Estoy convencido que a mayor cargo, mejor embaucador.

A que se debe que la mentira sea parte del manual del buen político? Muchas son las razones, pero como los diez mandamientos, se pueden reducir a tres o cuatro.

La más importante, para mí: la falta de educación. Esta convierte a los individuos en presa fácil de las manipulaciones. La falta de conciencia ciudadana, es decir cumplir deberes y exigir derechos, es resultado de la falta de educación.

En materia de educación este gobierno no ha avanzado como se esperaba y se ha limitado a la parte material de la educación. Cuando yo hacía la primaria, en la escuela Nueva de la Colon con San José, bajo la dirección de Ramonita Liriano, respetábamos a los maestros, hablábamos de moral y cívica, cantábamos a la bandera, se evaluaban diez aspectos de la personalidad, el desayuno escolar era muchas veces mejor. (Trigo, Avena, Harina con Leche (Mazolembo), Arbejas). No nos intoxicábamos.

La falta de educación crea más dependencia, puesto que los individuos carecen de herramientas que les permitan insertarse en un mercado laboral más atractivo y con mayores oportunidades de realización. Eso determina un crecimiento del paternalismo estatal que ha sido el mejor aliado de los gobiernos nuestros en toda su historia.

Los casos más comunes y recientes, Muñecas, bicicletas, funditas y tarjetitas de solidaridad.

Los casos más lamentables: los profesionales del magisterio o educación, agricultura, medicina, ingeniería, economía, enfermería y otros, tienen más compromiso con los partidos políticos que con los deberes de sus carreras. El estado es el mayor empleador en esos renglones. Hemos tenido además, por la falta de educación, una desmoralización de las estructuras sociales de nuestro país. No existe la moral en política, menos los principios éticos. La llegada al poder del PLD, fundado por el único político que demostró respeto por los principios éticos, Don Juan Bosch, suponía un cambio profundo. En la práctica, este gobierno se convirtió en la mayor frustración de quienes depositamos nuestras esperanzas en sus predicamentos. Fuimos traicionados.

Esa desmoralización se evidencia en la falta de seriedad que asume el votante frente al poder de su decisión para cambiar las cosas. Un voto no vale nada, se cambia por una botella de ron, por cien pesos, por una funda de cemento o una goma de motor. Peor aun, se vota por un partido político, no por un programa o por una trayectoria.

Como suma de la falta de educación, todos nos mentimos. El político promete lo que no cumple a un votante que le pide lo que no puede dar. El votante se compromete con un partido que no tiene o no respeta su programa de gobierno, a cambio de una promesa que sabe no le será cumplida.

Y así, hasta que unos y otros nos morimos y les dejamos a nuestros hijos un peor país.

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